Hogar.

Y decirte que podemos con todo, que rías, que estás guapísimo riéndole a la vida -que será muy puta- pero nos ha unido.

Y dirás que no eres afortunado, que te han tratado mal

pero dime tú: ¿cuándo sonríes quién no se enamora de ese desastre?

que sí, que estamos locos. Pero nos hacemos felices.

Que dirán que qué hacemos teniéndonos ganas, sin ser nada.

Y cómo les explico que no te esperaba, que me rompiste cada esquema

-y que sin saberlo- reí. Pero una risa sin miedo. Que me destroces, que yo sí resurjo.

En algún momento volverá el desastre, y tú, amor mío, te irás

como quien huye siendo perseguido por una manada de lobos.

Pero quizás no esté hecho para acertar ni elegir bien, por eso apareciste, ¿verdad?

para llevarme por el buen camino y -sin tú saberlo- calmar a la bestia.

Que eres como un tesoro muy valioso que no quiere ser perdido y que lo guardas y cuidas, eso. Eso eres tú, un tesoro de incalculable valor -que no sabe lo que vale y es una putada- que no voy a dejar ir.

Y decirte que eres como llegar a casa y echarse en la cama. Que no quiero perder esa costumbre. Que si unos brazos hacen de hogar tú eres quién me abre la puerta.

Y que estés y te quedes, que yo no quiero ser lo que no esperabas, quiero ser mejor que eso. Darte un abrazo y decirte: "que trenes como tú solo pasan una vez en la vida y que no pienso dejarlo escapar".

A ti, que te llamo casa y eres el lugar de donde nunca quiero irme.
A ti, que todo son las mejores vistas de la ciudad si son desde tu cama.