Septiembre.


No sé, supongo que
haber dominado el mundo
es darle la mano a alguien y perderse
por sus grietas y desastres.
Perderse en sus ojos
y tirarse al vacío de su boca
mientras te mueres con su lengua.

Y quién dice que el epicentro de la Tierra es su ombligo
es que no ha visto cuándo ríe
y mira hacia detrás mientras se tapa la boca
y finge que no ha pasado nada.
Joder, ríe,
llora segundo después
y acaba en el orgasmo por haber tenido el placer de
verte feliz.

Ojalá
y ojalá
me enseñen a vivir
y a quedarme
mientras me quitan la vida
a base de ilusiones.

Como que te abracen por la espalda llena de cicatrices
y no te apuñalen una vez más
sino que te la besen con cuidado como si nos fuéramos
a romper, otra vez.
No sé, supongo que a veces se es tan frágil
que te hace fuerte
y ríes tanto
que puedes con todo
mientras ves caer los cimientos de la vida
y echas a correr con la sangre por los pies
y lo disfrutas porque es mejor sentirse libre entre el caos
que verlo todo pasar y ahogarse entre escombros.

Por volver a empezar de cero
y volverme a encontrar
en mí.
Volverme a vivir
para aprender que,
sin mí no podría.
Que me llamo Septiembre por el miedo al cambio,
aunque sea necesario.

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