Y encendiste aquella vela, un poco más apagada que tú. Danzábamos al ritmo de las mantas sin dejar de quitarnos la ropa. Tus labios seducían mis ojos con su leve tintineo. Tus ojos alumbraban el camino que estos querían seguir, seguías un camino que quería acabar con el éxtasis de aquella noche, y esto no había terminado aún.
Y es que joder, te he visto seducir al mismo diablo
con esa puta sonrisa de niño bueno
que no te crees ni tú.
Que te rompes a rabiar
mientras llegas al orgasmo sin mí.
Ojalá no se acabe nunca la noche
y podamos hacerlo rápido,
que quién quiere ir lento
cuando vamos a chocarnos.
Porque hoy me acuerdo de ti y tus labios recorriéndome
y a tus ganas de dar paz siendo guerra,
a tu ojos que dicen más que tú
y a tu puta sonrisa hecha de huracanes
que me engancha y me destroza en ti.
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