Abrazo. Tormenta.


Es de los que dicen que no encajan en ningún sitio, de los que piden a gritas de silencio que alguien se quede a su lado. Me mira. Ojalá. Sonrío. Aparto la mirada. Me delato. Se ríe. Me alejo. Se acerca. Tiemblo. Expira. Me rompo. Me mira. Suicidio. Me da la mano. Pierdo. Se va. Yo detrás. No encuentro el camino de vuelta, voy pisando sus talones como quien huye de alguien invisible y no sabe dónde está. Se para. Me abraza de repente. Llueves. Sanan heridas. Miedo. Entra y sale. Tiemblo. No quiero perderlo. Sonrío. Se da la vuelta. Le agarro. Se gira. Llueve. Te miro. Expiras. Me quemo. Te digo que no te vayas. Te brillan los ojos como si estuvieras apunto de atacar a tu presa. Me miras mientras me das la mano y susurras bajito que te da miedo perder. Ganemos.
He aprendido que  huir en ir a buscarte, o llevarte conmigo. Perderse es recorrerte la espalda y aprenderte de memoria. Encontrarse es mirarte fijamente, sonreír al instante. El refugio son tus (a)brazos y tú, simplemente tú, eres adónde se va a resguardarse de la tormenta.  Llueves. Tiemblas y me da vértigo a mí. Me dan miedo las alturas, dame la mano. Fuerza. Quién no puede con todo de la mano de alguien, quién no tiene la vida en sus manos, literalmente. Me miras de reojo, me quemas. Te miro, apartas la mirada. Expiras. Suicidio. Silencio. Nos miramos sin querer, nos hemos perdido. Destino. Hemos llegado, aunque tú siempre fuiste destino y recorrido. Tropiezo. Te beso. Me rompo.
-Colocarn0s.

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