Me dices que ya no sabes quién eres, que no te reconoces. Que te da miedo saberlo, por si se acaban yendo.. que ya no puedes reconstruirte. Pero mírate, aún en pie, con tu vestido oscuro, esa piel morena color canela y tu pelo negro. Ardes, eres quién inició el conflicto de Troya.
Te veo desde lejos, sola y con tus cascos. Vas casi corriendo, como si huyeras de alguien -pero no puedes hacerlo de ti-. (Mira hacia acá, mírame a mí). Entonces desapareces entre la gente, siempre me gustó que fueras bajita, decirte que eres muy grande para lo pequeña que eres.
Aún recuerdo cuando saliste de la ducha y te pusiste con cuidado la lencería como si te fueras a terminar de romper. Me miras de reojo. Me guiñas un ojo.
Que te abroche el sujetador -me dices-. Pero al levantarme de la cama me daban ganas de desvertirte entera y volvértelo a hacer.. enseñarte que siempre fuiste una chica fuerte y que ya no te rompes con cualquier cosa. Que sé que a veces te quieres, aunque te des miedo.
Vuelves a vestirte lentamente como provocando y cierro los ojos -espero que sigas ahí después-. Y ahí estabas, con tu vestido favorito: uno lleno de flores, como si fueras la reina de la primavera y ni una flor pudiera hacerte competencia. Olías a frutas del bosque y a lavanda por culpa de tu champú. Estabas tan guapa que todos se giraban al verte. Y yo pensando: "joder, es mía, qué suerte tengo".
Te ríes al llegar al bar de siempre y te pides una cerveza, porque dices que a las chicas también les gustan hacer cosas de chicos, y joder, me encantaba ese lado tuyo. Y todos.
Hacía frío, pero ibas con tu abrigo negro y tus medías rasgadas, de las que luego no quedaran ni rastro. Sonríes y me dices que qué bien se está. Mientes, sé cuándo mientes. Entonces te digo que vengas, que yo te tomo. Creo que nunca había tenido el mundo en mis manos, al lado, enfrente y encima. ¡Ay, pequeño mundo, eres tan grande que asustas!
Horas después paseas por las calles medio borracha, con tus tacones en la mano y bailando como si estuvieras sola. Amaba eso de ti: saber que, aunque no estuvieras sola, harías lo que te diera la gana si eso te hacía feliz.
-Colocarn0s.
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