Chico fénix.


Tenerte aquí como si en algún momento ni existiera nada más, solo tú y yo, decirte que le tengo miedo al mañana porque tengo más heridas que cicatrices y ya no sé dónde esconderme, pero tú me miras como si te diera todo igual y, entre nosotros, he de admitir que no sé en qué momento lo has destruido todo haciendo que corazas y es quemas dejaran de tener sentido de tu mano porque empiezas a acariciarme el pecho provocando descargas eléctricas con las yemas de tus dedos y fueras a hacerme sentir que debería dejar el miedo a un lado y querer como si volviera a renacer como un ave fénix, cosa que quién no haría cuando con esos ojos marrones hicieras magia y perdieras en mitad de un bosque tan profundo que el único que acaba encontrándome eres tú. Y es que te acercas más como si quisieras provocar una explosión y besas, como si fueras un alquimista que quiere cambiar el desastre por algo más que según tú me merezco pero que he dejado de recordar cuando sin querer y de reojo te miro sin que te des cuenta y me siento como si hubiera estado en la cima dándote la mano y hubieras gritado que ya lo tienes todo; y yo, como un maldito tonto, hubiera reído como si nunca fuera a volver a llorar, pero es que abrazas tan casa que quien no se derrumba para volver a levantarse es gilipollas, porque pasarte las manos por la espalda hasta la cintura parece un acto de guerra que llega hasta tu cuello y acaba con tu pecho, lleno tan de electricidad como si fuera la primera vez que aprendes a querer. Ya no sé cómo no sé que tenerte en mitad de la cama y hecho un desastre es como volver a nacer y ver el amanecer en París en algún día estúpido que no tiene sentido sin ti medio desnudo y sonriéndome nada más despertarte diciendo que volverías a verte así cada mañana. Cómo sobrevivirte si pareces alguna clase de dios griego del cual es imposible resistirse y acercarte a ti fuera sin cuidado, simplemente rodearte la cabeza y besarte como si no existiera el tiempo y tú supieras salivar heridas que ya no tienen sentido, pero que a veces duelen. Pero aún así te me acercas delatándote el corazón que te late a mil y tu maldita respiración entrecortada cerca mía que me hace querer acercarme aún más, por si -en algún momento- te delataras tú mismo y te dijera que llegar a ti y a tu maldita boca es llegar casi sano y salvo, excepto cuando abrazas tan fuerte que quisiera quedarme a vivir. 

Comentarios

  1. Un texto precioso, el amor siempre ronda nuestra cabeza <3

    ibeatforlove.blogspot.com

    ResponderEliminar

Publicar un comentario