Contr-adicción.


Eres como pasarle la lengua a las heridas haciéndolas desaparecer mientras sonríes como si hubieras perdido tu camino. Deja de mirarme así, ya no sé si puedo sobrevivirte por segunda vez. Deja de tocarme así, no sé cómo puedes tener esa electricidad en las yemas de los dedos y esa mano que podría destruirlo todo si quisiera. No me vuelvas a mirar así, no soporto tus ojos marrones que parecen que van a hacer perderme en algún desierto, haciéndote oasis. Deberías dejar de pasarte la lengua por los labios como si los tuvieras secos, rotos y no me enseñes más esos dientes de vampiro que parecen que van a cazarme y a dejarme con tus ganas. Deja de ser tú, no quiero volver a verte de cerca con tus respiraciones entrecortadas y ese maldito corazón del que tanto dices que estás orgulloso y parece que reacciona al verme; no te me acerques como si no fuera a pasar nada cuando eres como caminar por el prado y absorber la vida de todo para dártela a ti, no te pares en frente mía que no sé cómo no alejarme de ti, deja de romperme las salidas, los esquemas y los miedos. Vuelve de donde viniste, ¿o ya no sabes adónde vas? Podrías dejar de darme la mano como si fueras a perderte y yo fuera tu puto mapa del tesoro cuando tú eres como un vil pirata que me mira y se me acerca como si ya no quisiera dejarme marchar. Muévete de donde estás, no quiero que te entrometas en mi camino, ni siquiera quiero que  te acerques por detrás que ya no sé si vas a apuñalarme o a abrazarme, pero no sé cómo no sonreír al verte, por eso aléjate de aquí. No seas tú, vuélvete otro, hazte el villano y roba algún banco para ti sin siquiera pensar en alguien más. Deja de reírte como si fueras a irte estando ahí de pie con tu impactante apariencia y esos ojos tan pacíficos que ya no sé cómo sobrevivir a la tormenta, yo, desastre que está en mitad de un campo de rosas.
Deja de apoyar tu puta mano en la cintura que no soy a prueba de descargas ni vuelvas a ponerte a centímetros, no sé cómo volver de eso cuando te escucho respirar y vuelven las ganas que das; abrazándote ya no se siente como si fuera a perderme en tanto desastre. Deja de acariciarme la espalda como si los lunares fueran estrellas caídas cuando tú te has vuelto como un volver a nacer, y ya no sé cómo sobrevivirte. Pero cómo no tirarme de lleno a ti, hablando de ti en contradicciones.

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