Desastres naturales.


No sé cómo sobrevivir a ti, que ya no sé si estás demasiado roto o has pasado a ser arte con tus pintas de niño que no sabe qué hacer para protegerse de los otros niños que le roban los dulces. Pero no sé qué sucede cuando te ríes y parece que has crecido tanto que podrías provocar guerras con alguna que otra caricia y un poco de saliva en las heridas porque han dejado de tener sentido tus abrazos seguros -pero sigue-; quizás es que me acostumbré a verte pasear desordenado, casi con los ojos cerrados y tú pijama que no era tan pijama, era como si le prendieras fuego a cada casa que construí en mi defensa. Y tú ya no te escondes de todo, como si estuvieras jugando al escondite, sino que parece que te pierdes a propósito para ver si voy a buscarte, y es que no habrá mayor placer que encontrarte de espaldas y abrazarte mientras te felicito por haberte dejado de caer susurrándote que no existen las casualidades, que sé de dónde soy cuando te miro y me recorres con la mirada y tu puta risa viciada.
Ya no sé cómo descifrarte sin yo involucrarme y ser un poco mejor sin darte la mano y hacerte feliz, en mitad de cualquier lugar del mundo que no tenga tu huella, siendo tú: casa y lugar. Pero, sobretodo, eres tú. Y eso ha provocado paz a cualquier buque de guerra que ha explotado con el roce de tus dedos en el costado, porque quién hubiera pensado que sobrevivir a tu lado conllevaría perderse tantas veces para encontrarte en tantas sitios contigo, mientras causas sangrados con las yemas de tus dedos y con tu saliva que parece alcohol barato, pero que es tan bueno que nunca quieres dejarlo. No sé qué traes ya, desastre natural, pero deja de buscar, empieza a destrozar; no pega contigo el no reír en mitad de una tormenta a punto de llegar a calma para volver más fuerte. Pero en mitad de sábanas que ya huelen a ti me dices que no sabes irte pero tampoco no hacer daño mientras me sonríes como si fuera una broma, pero yo siempre te tengo serio, casi cerca como si no quisiera dejarte escapar; por si rompes soy a prueba de lágrimas y naufragios a no ser que muerdas heridas y acabes -por fin- con esos dientes de vampiro que te hacen ser algo más que a lo que tú llamas desastre, pero puedes volver a volver a no dejarme ir en mitad del abrazo, queriendo dejarte de perder en algún lado, siendo mapa del tesoro con tus lunares y tus ojos que ya no son de este mundo.
Ponerte en mayúscula no tiene ningún sentido, pero siempre te quedo mejor pasar desapercibido con tu gorra y tus pintas de he vuelto a nacer. Vívete, vuelve a volver por aquí, aunque nunca te vayas.

Comentarios